5 de abril de 2015

Ejercicio fatuo

Cierto día, no porque fuese verdad, sino porque fue un día indeterminado que se puede referenciar como que está en el pasado, pero sin alcarar qué tan en el pasado está, no por mucho pensar, sino por hacerlo poco, su perspectiva del mundo cambió radicalmente.
Al ponerse de pie, notó como el poste, que le había cambiado la perspectiva del mundo radicalmente, ahora se veía con mucha más claridad, pero no porque dicho poste sostuviese un espejo límpido, sino porque ahora su visión se aclaraba, en contraste con lo oscurecida que estaba hace unos segundos cuando tenía los ojos cerrados. Se mente se apresuró y procesó toda la información del contexto actual, lo que le permitió notar que un grupo no menor de personas no menores se había acumulado a su alrededor, algunas hasta preguntando si se sentía bien o expresando con un rostro compungido lo que sólo podía interpretar como dolor vicario, lo que inmediatamente le hizo reaccionar ante su propio dolor y se vio, no en un espejo ni por obra del desdoblamiento ni mucho menos por una experiencia extracorporal, sino que tuvo la necesidad, de expresar de forma verbal el dolor que en ese momento notó que sentía.
Por su mente pasaban, o sea que estaban ahí, no físicamente, pero si ejercían cierto tipo de prescencia en ella, vagos, no flojos o sin profesión, sino difíciles de identificar o asociar con algo, pensamientos relacionados con lo ocurrido.

Por una parte, el deambular por la calle en el estado en que se encontraba era complicado, porque no se permitía, en ese estado caminar sin encontrarse uno en un estado que permitiese caminar, y el problema era, ahora le parecía obvio, el no saber dónde estaba, aunque su reflejo en los muchos vidrios le indicaba que en efecto se encontraba, y no sólo ahí, sino que en la calle también.
Por otra parte, venían más curiosos a observar ahora no sólo el estado en el que se encontraba antes de encontrarse en el estado en que se encontraba, sino también el estado en el que estaba ahora que estaba, todavía, en el suelo ponderando la situación.
Resuelto el problema sobre su encuentro propio, resolvió además, sin necesidad de una calculadora, que lo que debía hacer en ese momento era, luego de haber terminado de expresar de vorma verbal su dolor, lo que implicaba que lo que debía hacer a continuación dejaría de ser lo primero para ser lo inmediatamente segundo, ponerse de pie y agradecer la preocupación de los transeúntes que se detenían a su lado a verificar su estado o a saciar su curiosidad, que no se alimenta de curiosos, sino de información.
Al tiempo que se ponía de pie, alguien, sin identificar porque no es importante y como narrador de la historia no pretender perder mi valioso tiempo explicando la identidad de una persona cuyo sexo puede haber sido másculino o femenino, pero que no implica ningún aporte substancial para el desarrollo de la historia, por lo que es completamente fútil esperar que estas palabras se refieran a ese "alguien", le intentó ayudar ofreciéndole una mano, lo que provocó la risa del resto del grupo de observadores, pero no porque la mano fuese la de un maniquí, ni porque tontamente la haya aceptado y ello haya provocado que se precipitara al suelo nuevamente, sino que porque el ofrecimiento venía a servir más como una burla que como una ayuda.

Al recuperar la perspectiva que había perdido luego de haberla ganado por pensar poco, nuevamente necesitó transformar su dolor en palabras, pero esta vez las palabras tomaron una forma un poco menos sutil y un poco más soez, por razones tan obvias que no vale la pena, ni la alegría, comentar en esta parte.

El tiempo pasó, que es lo único que saber hacer bien, a veces rápido, otras lento, pero en el fondo lo único que hace es eso. La perspectiva natural del mundo que le había sido arrebatada tan sorpresivamente, fue recuperda cuando logró ponerse de pie, pero no digo logró como si fuese un acontemiento digno de ser recordado o marcado en algún anuario, sino porque la palabras es la adecuada en este caso luego de haber intentado recuperar esa perspectiva en la menos una ocasión anterior.

Sus pasos continuaron del mismo modo en el que habían andado con anterioridad al cambio de perspectiva, de lo que el lector puede reconocer que el cambio no fue el necesario o que no fue tan grande como para generar un cambio en los pasos, que, segun lo que observaron los observadores, mantenían la idea de que si bien se encontraba en un estado que le permitía caminar de la forma ya mencionada, no era un estado que le permitiese caminar de una forma diferente, lo que claramente mostraba las ventanas que refelajabn su figura con tanta fidelidad, eso si dejamos de lado la obvia incapacidad de los espejos o las superficies planas de dar una imagen real de lo que reflejan, de ahí la palabra.





Va y viene. Esto que lees ahora, estimada/o lector/a, no forma parte de lo anterior, así cómo el color de fondo no tiene nada que ver con el color del muro que puedes ver a tu derecha, y no te apresures a decir o pensar o querer comentar que a tu derecha no hay muro alguno, porque el siemple hecho de que no lo puedas ver no quita su presencias, más allá de lo que tus ojos pueden percibir, sea por la hora, por la falta o el exceso de sueño o por lo que sea que sea el objeto que impide que tu ojos se enfoquen en el muro que en efecto está a tu derecha, aunque ni siquiera esté en la misma habitación que tú, pero divago... esto que lees ahora, que sigues leyendo, o tal vez no lo lees... que interesante sería saber que te enteras de esto sin leerlo, o que lees esto sin enterarte de lo que dice, supongo que ese será ejercicio para otor momento. Esto que lees ahora, es simplemente lo que es, no es una búsqueda de reflexión, ni física ni mental.

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