Porque sin ellas el lenguaje nuestro sería fome.
¿Merece una lenguaje ser evaluado por la riqueza de sus conjugacioneso o por la simplicidada con la que hace referencia a distintos tiempos?
Siempre vivimos el presente, es absolutamente imposible vivir en otro tiempo, pero el lenguaje nos permite viajar en la dirección que deseemos, y aunque generalmente deseamos viajar hacia el futuro, pasamos más tiempo del presente viajando al pasado; recuerdos, lecturas, fotos... olores.
Como no puedo poner mis recuerdos de forma tangente en este blog, ni tengo fotos que sirvan para explicar lo que recuerdo, ni mucho menos olores, más allá del olor que puedes sentir emanando de tu pantalla, de tu teclado o del entorno en el que te encuentras mientras lees, me enfocaré en eso últimpo, la lectura.
De las letras, de sus usos, de las infinitas formas en que jugamos con ellas para dar forma a las palabras que decimos y que escribirmos, emanan recuerdos que viven, no en ellas, sino en nosotros, y en la parte de nosotros que se relaciona con ellas (las palabras).
Durante mis viajes en el tiempo, por lecturas, no por artilugios, me he enfrentado a mi mismo varias veces, afortunadamente no he tenido que temer a una parajoda, ya que el yo con quien me encuentro nunca es el yo que soy cuando viajo, sino el yo que era cuando escirbí, y, como has de saberlo muy bien, esas dos personas son suficientemente diferentes como para que, la mayoría de lasa veces, no se puedan reconocer, a pesar de que saben quien son.
Y en cada uno de estos encuentros, el yo que era y el yo que soy se enfrentan; el yo que era trata de engañarme, el yo que soy trata de desentrañar el engaño. El yo que era se cree mejor que el yo que soy, pero el yo que soy tiene más experiencia y más paciencia. El yo que era se cree atemporal, el yo que soy sábe que no lo es... el yo que era me presenta una idea, el yo que soy no la entiende, el yo que era se burla del yo que soy y el yo que soy se frustra porque una vez, y varias veces depués de aquella, el yo que era, es más ingenioso que el yo que soy, y me siento derrotado por mi mismo.
Luego vuelvo al presente, o continúo aquí, como sea más simple de entender, y me comnparo con ese yo, con esa multiplicidad de yoes, y dejo de sentirme mal, porque gracias a ellos estoy en el lugar y en el tiempo en el que estoy, y no me siento tan mal de haber sido más inteligente o más astuto hace algunos años, me siento feliz de saber que el yo que era, jamás sabrá lo que el yo que soy sabe, y el yo que soy, siempre puede recordar lo que el yo que era fue alguna vez.
Entonces, esto es de parte del yo que soy, para el yo que seré eventualmente:
No sé dónde ni cuando estás leyendo esto, y, si bien siento que debo decirte algo importante, no siento que tenga nada importante que deicrte, y no escribo esto con el ánimo de hacerte rabiar ni de enojarte comigo, es solo que no siento que tenga algo de valor que escribirte... quizás saber que estás en japón trabajando en lo que te gusta, ayude. Hoy leí que te sentías inseguro de tu presente y de tu futuro hace algunos años. Hoy no te sientes así, y quiero que sepas que, lo que sea que estás sientiendo ahora, va a pasar, con el tiempo, va a pasar porque, como tú mismo lo dijiste, como ser humano que eres, te puedes acostumbrar a cualquier cosa, pero al mismo tiempo, sábes que eres capaz de cambiar, porque ya lo hiciste una vez, y eso te trajo al aquí desde le que te escribo.
Espero que eso sirva para cualqueira que lea esto, no solo para ti.
... malditas manzanas...
Illusio Serietatis
Ilusión de Seriedad
13 de mayo de 2018
31 de octubre de 2016
Anita lava la tina
El tiempo es un tema recurrente en mi blog, en mis pensamientos, en mis discusiones y en mis historias. La manipulación del tiempo, no con máquinzas o aparatos complejos, sino mediante su uso, es algo que me maravilla y me fascina.
Esa capacidad humana de perderse en el tiempo, dejándolo pasar como un río al que no se le puede detener, o al que detenemos en búsquedas inútiles de aquello que debe correr y es indetenible: el tiempo mismo.
Lo manipulamos a nuestro antojo: calendarios y relojes hay hace mucho tiempo, valga la redundancia. Nuestra forma de entenderlo es variable y podemos perderlo o ganarlo al mismo tiempo (si, haré uso de la palabra muy a tu pesar), controlarlo, en tanto controlamos a otros, o perderlo, en tanto que otros nos lo hacen perder.
Pero el tiempo no puede perderse, al menos no de la forma usual: en la que no sepas dónde está o a dónde se fue (sé que eso se usa mucho), ya que no es algo que pueda físicamete perderse; esa "pérdida" en realidad debe de entederse más como un desperdicio, un "mal" uso del tiempo del que se dispone, que siendo mal usado, pues está perdido, porque ya no se puede usar nuevamente.
Tampoco puede ganarse, aunque también se usa mucho esa idea; el tiempo es una magnitud física usada para medir la duración de los acontecimientos, nada más.
Pero podemos darle calidad: buen o mal tiempo (no referido al clima); podemos darle medida: largo o corto (normalmente esto depende del punto espacio-temporal de referencia; a veces un par de minutos es una eternidad y a veces un eternidad es apenas un par de minutos); podemos darle nombre: lunes, marzo; a eso me refiero con que lo manipulamos.
Hacemos con el tiempo lo que se nos antoja, en tanto que el tiempo nos lo permite.
Y no, que Anita lave la tina no tiene nada que ver con el texto. Eso es algo que hacía antes.
¿Antes de qué?
¿No es simplemente hermoso como el presente en el que lees, no puede ni jamás será el presente en el que escribí?
Esa es, según yo, la manipulación temporal más hermosa de todas.
La escritura.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)