4 de febrero de 2008

Por la boca muere...

Esa sensación de que en realidad no importa qué tanto hagas o dejes de hacer, las cosas no cambiarán, o al menos no de una forma necesariamente notoria para quien quiere ver o sentir un cambio.

Relativamente más fácil quedarse encerrada/o en el recinto habitacional en el que siente que nada y todo puede pasar con sólo dejar que el sol se caiga y se levante cada noche y mañana respectivamente.

Ejercitar la sabiduría y tal vez la inanición nunca es una mala forma de crecer, siempre que se logre el equilibrio con la gula y la inocencia.

En realidad, no es lo que importa lo que me importa, sino que no me interesa lo que no me interesa y a la vez ignoro lo que debería importarme.













No es mi día, no fue mi año y este tampoco lo será, a menos que cambie algo en mi vida: YO









Tengo 20, acabo de decidirlo.