El título es para entendidos y ociosos en extremo que entiendan cosas como el título.
Hoy no vengo, ni voy, a regalar, ni aceptar, nada, o todo, de nadie ni de alguien.
Simplemente escribiré lo que leerás, o sea escribí lo que lees.
Mal fin de semana: volví de mis vacasiones a usar mi maravilloso computador y luego de un problemilla que no especificaré, porque es tedioso y no lo vas a entender (no escribí eso pensando en que no lo entenderás porque es una cosa complicadísima, sino porque ni yo mismo lo entendí cuando sucedió, y eso no significa que considere que eres menos inteligente que yo y me ponga a la defensiva al escribir eso, lo que pasa es que estaba buscando una excusa para escribir. Muchas gracias por tu atención), perdí, si, efectivamente, tal y como lo leíste: perdí TODO mi disco duro: trabajos de la U, trabajos del liceo y del colegio, mi tesis, mis juegos, peliculas, fotos, LA novela, otros escritos, conversaciones y otras cosas.
Se siente horrible.
Afortunadamente tenía un respaldo que data de abril del presente año en curso. "Genial" dirás tú, pero resulta que la cosa no es tan así. Porque todo lo que hice y que realmente necesito está, efectivamente, perdido en el olvido puesto que no lo respaldé, tal como todo aquello que realmente necesitas.
Lo fome de formatear el disco duro, aunque tengas un respaldo, es que te demoras como una semana en sentir que el computador es tuyo de nuevo: tienes que personalizarlo, volver a instalar los programas que usas (y nunca te acuerdas de cuales son), configurarlo de nuevo, vovler a crear y acomodar los favoritos, bajar la múscia que no alcanzaste a respaldar y que no te acuerdas qué era, y así otras cosas.
Es extraño partir de cero, porque en el fondo siempre quieres que las cosas sean como antes, pero nunca lo son, sin importar cuanto luches para que así sea.
Tómalo como una metáfora para la vida, o como un acontecimiento fortuito que te da mala espina y que te bajonea por un par de días.
Pero en el fondo sábes que me refiero a la vida y a las cosas que has tenido que dejar de hacer.
¿Cuantas veces te has formateado para partir de cero?
Hoy no vengo, ni voy, a regalar, ni aceptar, nada, o todo, de nadie ni de alguien.
Simplemente escribiré lo que leerás, o sea escribí lo que lees.
Mal fin de semana: volví de mis vacasiones a usar mi maravilloso computador y luego de un problemilla que no especificaré, porque es tedioso y no lo vas a entender (no escribí eso pensando en que no lo entenderás porque es una cosa complicadísima, sino porque ni yo mismo lo entendí cuando sucedió, y eso no significa que considere que eres menos inteligente que yo y me ponga a la defensiva al escribir eso, lo que pasa es que estaba buscando una excusa para escribir. Muchas gracias por tu atención), perdí, si, efectivamente, tal y como lo leíste: perdí TODO mi disco duro: trabajos de la U, trabajos del liceo y del colegio, mi tesis, mis juegos, peliculas, fotos, LA novela, otros escritos, conversaciones y otras cosas.
Se siente horrible.
Afortunadamente tenía un respaldo que data de abril del presente año en curso. "Genial" dirás tú, pero resulta que la cosa no es tan así. Porque todo lo que hice y que realmente necesito está, efectivamente, perdido en el olvido puesto que no lo respaldé, tal como todo aquello que realmente necesitas.
Lo fome de formatear el disco duro, aunque tengas un respaldo, es que te demoras como una semana en sentir que el computador es tuyo de nuevo: tienes que personalizarlo, volver a instalar los programas que usas (y nunca te acuerdas de cuales son), configurarlo de nuevo, vovler a crear y acomodar los favoritos, bajar la múscia que no alcanzaste a respaldar y que no te acuerdas qué era, y así otras cosas.
Es extraño partir de cero, porque en el fondo siempre quieres que las cosas sean como antes, pero nunca lo son, sin importar cuanto luches para que así sea.
Tómalo como una metáfora para la vida, o como un acontecimiento fortuito que te da mala espina y que te bajonea por un par de días.
Pero en el fondo sábes que me refiero a la vida y a las cosas que has tenido que dejar de hacer.
¿Cuantas veces te has formateado para partir de cero?