No se trata solamente de poner unas cuantas indicaciones, pistas, dibujos y guías... detrás de toda la idea de crear un mapa, cuya función sea la de permitir llegar a algún lugar especial, hay una mente brillante, o al menos no tan despistada como las de los insulsos que pretenden decrifrar los códigos e indicios plasmados en el papel.
Claro que más interesante que un mapa, es una lista con acertijos, cuyas respectivas repuestas te indiquen un camino a seguir sin necesidad de dibujos, sólo con palabras y con astucia. Ahí si que se encuentran cosas interesantes. Edgar Allan Poe lo demuestra en El Escarabajo de Oro.
A propósito de eso:
laberinto. | ||
(Del lat. labyrinthus, y este del gr. λαβύρινθος). | ||
1. m. Lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida. | ||
2. m. Cosa confusa y enredada. | ||
3. m. Composición poética hecha de manera que los versos puedan leerse al derecho y al revés y de otras maneras sin que dejen de formar cadencia y sentido. | ||
4. m. Anat. Parte del oído interno. |
He pasado bastantes horas de mi vida buscando un laberinto poético, pero la suerte no me ha permitido entrar a uno siquiera. Con respecto a los demás, siento una especial predilección por los primeros, pero no por aquella fascinación humana frente a lo desconocido o inexplicable, tampoco por la necesidad de resolver el problema que plantean, encontrando la salida o el centro, según corresponda. Mi posición frente a un laberinto es distinta (distinta a las ya nombradas). Yo no quiero verme en un laberinto, ni pretendo resolver alguno que se me presente (aunque lo haga cuando veo alguno impreso), lo que yo quiero en verdad es lograr que tú te veas, de pronto, sin saber a dónde ir, yo quiero ponerte en un laberinto... yo quiero CREAR un laberinto.
Pero no es una tarea fácil, lo he intentado varias veces, aunque no me lo creas... hace años.. dibujaba laberintos en mis cuadernos, usaba diagonales hechas al azar, para crear patrones azarosos, luego intentaba resolverlos. También hice laberintos de juego, en los que había que conseguir llaves para abrir puertas y esas cosas... muchos quedaron ahí.
Me gustan los laberintos. Y uno de mis deseos es poder escribir uno. Tal vez describir un laberinto sea más entretenido e interesante que dibujarlo o recorrerlo...
Ante mis ojos se despliega un pasillo que no tiene más de tres metro de largo, al fondo, el pasillo dobla a la izquierda y a la derecha al mismo tiempo. Atrás he dejado algunas puertas abiertas, para seber por dónde ir si me arrepiento de seguir avanzando, y otras cerradas, para no aventurarme demasiado. He girado a la izquierda tantas veces que ya no puedo recordarlo, pero me parece que es un número cercano a las vecez en las que he doblado a la derecha. Ahora debo elegir la escalera que sube o la que baja. Los peldaños que suben cansan, pero los que bajan te hunden. Al darme vuelta y rechazar las escaleras, veo el pasillo que me trajo hasta aquí, pero a su lado hay otro, que no noté al salir. ¿será un giro en 180º la mejor decisión?. Una puerta abierta, me parece haber pasado por aquí...
No lo sé... posiblemente no es eso lo que quiero escribir, aunque debo reconocer que me tomó unos minutos decidir detenerme.
Pero la idea no es la de escribir un laberinto tal como la definición lo indica, yo quiero algo más simple o tal vez más complicado. Yo simplemente quiero que te pierdas con la lectura.
O... posiblemente quiero que me sigas...